YO NO TENGO PROBLEMAS

La catársis del dolor

Estaba esta mañana en la cola del banco, acompañando a mi madre. No voy a decir cuál, porque no está la vida como para hacerle publicidad a un banco por muy multifunktional que una sea. Hemos venido a realizar el último trámite. Antes de llegar a la ventanilla, le he dicho a mi mamá, que ya vendrán tiempos mejores y le he dado un beso. Mi hermano acaba de morir. No voy de luto. Mi vieja sí.

Con la serenidad que caracteriza a las grandes personas, y en especial, a mi madre, me ha replicado que nunca vendrán tiempos mejores. Estábamos los cuatro, me explica.  Ya no.

Acto seguido  yo era el caudal de un río apunto de desbordarse. O un caballo salvaje mordiendo el frío metal. Mi madre será una mujer de diminuto tamaño, pero su espíritu de superación es inmenso. Nadie lo sabe, pero la última vez que vi a mi hermano tomé una decisión.  El muerto al hoyo y el vivo al bollo.  O como decimos en casa, me importa todo un… de gato. Nunca me he sentido más orgullosa de ser quién soy.