Teníamos todas las papeletas para perder la guerra, y el cabreo propio de nuestra juventud jugando en contra. Aquella tarde teníamos que coger un tren, pero nos quedamos dormidos, exhaustos, rendidos. Al despertar, sólo nos quedó el olor de tu ausencia capturada.
Photos: JESUS UBERA
Ahora somos nosotros quienes jugamos contigo, ajustando las palabras que se quedan fuera de plano. Mortalmente felices.